Alimento para el alma

 

Laura Antillano amasa su pasión por el cine familiar en una reflexión para VE

Seguramente que entre los lujos que ostenta el país figura Laura Antillano. Patrimonio vivo de las letras y el pensamiento, la escritora criada en Maracaibo ha trabajado una literatura que derrocha  dulzura, memoria e inteligencia. La novela, el cuento, la promoción de lectura, la poesía, son sus territorios habituales. Ampliando su alcance, desde los años 80 se adentró en el territorio de las historias en movimiento. Ha hecho guiones para el cine y la televisión nacional, con resultados sobresalientes. En esta oportunidad, nos abre la puerta hacia una de sus aficiones y objetos de estudio: el cine para la familia.

“El cine familiar es un concepto que tiene dos posibilidades: por un lado es cine para la familia, pero por otro es un cine que toca temas familiares. Yo lo vería desde las dos perspectivas. En Venezuela se ha hecho cine de familia, (y) debería hacerse un poco más… Comenzamos con Caín adolescente, de Román Chalbaud, (donde) la historia nos cuenta de un joven, un adolescente, que viaja con su madre desde el interior del país para vivir en Caracas; y son sus vicisitudes y todo lo que les ocurre; la llegada a Caracas a vivir en un cerro, en un barrio de condición muy humilde, y todas las circunstancias (de las) que esa madre con su hijo van a vivir rodeados.

Si pensamos en un texto literario llevado al cine, dentro de esta temática del cine familiar, tenemos el Panchito Mandefuá, que cenó con el niño Jesús, que es un cuento de José Rafael Pocaterra. Hay una versión muy interesante cuyo guión hizo nada menos que Rodolfo Santana, nuestro gran guionista. Esa película fue realizada en los años 80, y fue dirigida por Silvia Manrique. El guión de Rodolfo crea cosas divertidas, le da un paso al crecimiento de la sentimentalidad dentro de una película donde los niños tienen un lugar importante, y los adultos también, por supuesto.

Hay una serie de películas en Venezuela… Olegario Barrera tiene dos, fundamentales, que son Pequeña revancha, de la cual tuve el honor de ser coguionista, y El manzano azul. Ambas películas tratan el tema familiar, (de) conflictos; y los personajes abarcan las distintas posibilidades que puede haber en un grupo familiar: desde los abuelos hasta el nieto, desde la madre que deja al niño y se marcha, en fin… En Pequeña revancha está el grupo familiar completo, y los de los vecinos y los amigos. Está toda esa posibilidad; eso es un cine de familia.

Pero yo decía que había dos razones para hacer cine de familia: que la temática toque la familia (como tema), pero también que la película en sí pueda irla a ver la familia completa. El cine ahorita está un tanto caro, pero (hoy existe) la posibilidad de salas que son gratis, o (con un costo) mucho más económico… El cine que se pasa en el barrio, en el consejo comunal, en la comunidad, en la zona, para la gente; los cineclubs… Por ahí hablaba el ministro (Ernesto) Villegas, que por cada (organización de) Clap (debería haber) un cineclub. Yo me divertí mucho escuchando ese comentario, porque ¡por qué no!, si el cine debería ser tan necesario como la alimentación”.

 

Luis Laya

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